viernes, 31 de marzo de 2017

NINON VS. HERMANN Y EL LOBO ESTEPARIO

Resultado de imagen de NINON HERMANN HESSE

El escritor suizo de origen alemán Hermann Hesse, premio Nobel de Literattura en 1946, observa la jugada de su tercera esposa, Ninon Dolbin. La fotografía fue tomada en la biblioteca de su casa de Montagnola en 1952.

Una de las más célebres novelas de Herman Hesse, El lobo estepario, tiene una curiosa referencia al ajedrez. Fruto de una profunda crisis espiritual, la novela cuenta la historia de Harry Haller, el lobo estepario. Solitario, huraño y misántropo, el protagonista vive dedicado a la lectura, el estudio y la música mientras rehuye cualquier contacto social, cualquier diversión frívola, cualquier emoción normal. Vida triste y oscura que bordea constantemente el suicidio y que no es sino un feroz enfrentamiento con las convenciones burguesas y una manifestación de horror ante los carniceros que propiciaron la Gran Guerra y que, terminada la contienda, rápidamente se aprestaron a trabajar en la preparación de la siguiente. Sin embargo, el hombre, y Harry Haller no es una excepción, tiene mil almas. Un personaje femenino, Armanda, que parece la antítesis de Haller por su capacidad de disfrute de los pequeños placeres, de la sensualidad y del amor, será el encargado de darle la vuelta a Haller en un proceso que culmina en un fabuloso y desquiciado baile de máscaras al que no son ajenos las drogas y el alcohol y que es la puerta de entrada a un «teatro mágico» donde se realizará la conversión final del lobo estepario.

Es en este «teatro mágico» donde tiene el encuentro con el ajedrecista. 
Me acogió en una estancia a media luz y en silencio; allí estaba sentado en el suelo, sin silla, al uso oriental, un hombre que tenía ante sí una cosa parecida a un gran tablero de ajedrez.
Y es el ajedrecista el que le enseña que cada hombre tiene mil almas, como ya sabía Haller, pero que no era imperativo «un solo orden único, férreo y para toda la vida». Y se lo enseña sobre un tablero de ajedrez, moviendo piezas que son cada una un pequeño yo, una faceta de la complejidad del alma, de las mil almas, de las personas. Para concluir que una vez aprendido esto puede seguir variando y enriqueciendo indefinidamente el juego de su vida. Y lo fundamental, lo que es importante en una determinada posición, puede ser insignificante en otra. De un día para otro, el juego es distinto. 

Después de su plática, el ajedrecista termina regalándole las piezas.
Me incliné profundamente y, agradecido ante este inteligente jugador de ajedrez, guardé las figuritas en mi bolsillo y me retiré por la puerta angosta.
Viendo la fotografía que encabeza esta nota, tomada veinticinco años después de la publicación de El lobo estepario, en la que Hesse aparece jugando al ajedrez con su esposa Ninon, con la que consiguió una estabilidad sentimental que se le había negado con sus dos primeras esposas, cabe preguntarse si el autor suizo consideraría que había sabido jugar bien sus piezas y si el lobo estepario había sido, finalmente, convenientemente domado.


FICHA TÉCNICA
HERMANN HESSE
EL LOBO ESTEPARIO
ALIANZA EDITORIAL. MADRID, 1984
TRADUCCIÓN DE MANUEL MANZANARES

miércoles, 29 de marzo de 2017

¿POR QUÉ SIGO ESCRIBIENDO POESÍA?

En un artículo publicado en The New York Review of Books el 15 de mayo de 2012, el poeta Charles Simic, quien fue presentado en ARTEDREZ aquí, intentaba responder, alcanzada su séptima década de vida, a una pregunta que se le formulaba con irritante frecuencia: por qué seguía escribiendo poesía en su edad adulta, como si escribir poesía fuera un pecado de juventud que debía abandonarse según la madurez iba alcanzando a las personas.

Inesperadamente, una de las razones que aduce para explicar su perseverancia en escribir poemas es su temprano amor al ajedrez. Léanlo ustedes mismos.
Recientemente me di cuenta de que en mi pasado hay otra cosa que contribuyó a mi perseverancia en la escritura de poemas, y es mi amor al ajedrez. Aprendí el juego a los seis años, en tiempos de guerra en Belgrado, gracias a un profesor de astronomía retirado y durante los años siguientes me hice lo suficientemente bueno para derrotar no sólo a los niños de mi edad, sino a muchos de los adultos del barrio. Mis primeras noches de insomnio, lo recuerdo, se debieron a los juegos que perdí y que repasaba en mi cabeza. El ajedrez me volvió obsesivo y tenaz. Ya desde entonces no olvidaba cada movimiento erróneo, cada humillante derrota. Adoraba los juegos en los que ambos lados eran reducidos a unas pocas piezas y en el que cada movimiento era importantísimo. Incluso hoy en día, cuando mi oponente es un programa de computadora (yo lo llamo “Dios”) que me derrota en ingenio nueve de cada diez ocasiones, me quedo pasmado ante su inteligencia superior, pero encuentro mis derrotas mucho más interesantes que mis infrecuentes victorias. El tipo de poemas que escribo —en su mayoría breves y que requieren interminables retoques— me recuerda los juegos de ajedrez. Su éxito depende de que palabra e imagen sean puestos en el orden adecuado y sus finales tienen que poseer la inevitabilidad y la sorpresa de un jaque mate ejecutado con elegancia.



El artículo original puede leerse aquí. Y en castellano, en traducción de Luis Eduardo García, aquí, que es de donde hemos cogido el fragmento precedente.

 Fotografía de Alexey Menschikov titulada Peones

martes, 28 de marzo de 2017

AJEDREZ EN EL SET XVIII. MISCELÁNEA FAMILIAR

Hoy ARTEDREZ cumple diez años. Y he pensado que es el momento adecuado para rendir un pequeño homenaje familiar. 

Que el ajedrez se juega habitualmente en los sets de rodaje para entretener las múltiples pausas que hay en los rodajes, y que se juega mucho, es algo que el lector habitual del blog sabe perfectamente. Bajo la etiqueta «Ajedrez en el set» hemos publicado ya 17 entradas sobre este tema y son muchas más las que esperan y poco a poco irán saliendo en estas páginas.

Este tema, además, me resulta particularmente querido por lo que van a leer a continuación. Todas las fotografías que siguen tienen en común la figura de un joven maquillador que hoy va a ser protagonista por encima de las estrellas con las que comparte tablero. Se llamaba Mariano García Rey y era mi padre. Como no se trata de escribir su biografía, aunque bien la merecería, digamos simplemente que amaba el ajedrez, sentía una desaforada pasión por los libros y reaccionaba con inquietud y rechazo ante cualquier forma de autoritarismo. Como dice un gran amigo mío, la genética no perdona. Con él aprendí a jugar al ajedrez y él me compró mi primer libro («Corazón» de Edmundo de Amicis). Supongo que no tengo que dar pruebas de mi amor por el ajedrez ni de mi pasión por los libros. Les confieso, además, que la autoridad me causa recelo e inquietud. No podía desear, sin embargo, una herencia mejor.

Antes de que me deje llevar por la emoción, pasen y vean esta personal galería.



Ambas fotografías corresponden a pausas en el rodaje de «El fabuloso mundo del circo» (Circus World. Henry Hathaway; Bronston Productions, 1964). Durante el rodaje de esta película mi padre y John Wayne disputaron decenas de partidas. La primera de las fotografías de arriba, firmada por Swarbrick, se publicó en la revista Time el 17 de enero de 1964 con el siguiente texto. 
Con 1,93 de estatura, le saca 20 centímetros al otro tipo. Pero el músculo no importa. John Wayne, 56 años, está jugando al ajedrez. «Estoy loco por este juego», confesó el Duque mientras descansaba entre escenas en el madrileño set de Circus World. «Ajá» dijo un reportero, «esto encaja con los rumores que dice que quiere cambiar de imagen». «¿Qué hijo de perra ha dicho esto?», masculló Wayne. «¿Quién quiere arruinar mi carrera? Un tipo duro que está con los buenos, ese soy yo. Si empiezo a hacer otra cosa, el espectador no se lo creerá. Cosas simples, sin matices». Habiendo dejado esto claro, Wayne regresó al tablero para descubrir que había recibido mate. «¿Ves lo que quiero decir?», añadió.
Así pues, papá ganó.

La otra fotografía, que pertenece a mi colección particular. permanecía, por lo que sé, inédita hasta el día de hoy. Tengo dudas de si es del mismo fotógrafo o de Gianni Ferrari, un habitual en la foto fija de las producciones de la época.

Pese a la reconocida afición de John Wayne al ajedrez, hoy es la primera vez que se asoma a ARTEDREZ. No será la última.


La fotografía de arriba pertenece al rodaje de «Krakatoa, al este de Java» (Krakatoa, East of Java. Bernard L. Kowalsky; American Broadcasting Company, 1968). A bordo del Batavia Queen, el barco que capitaneaba el capítán Hanson en la película, Maximilian Schell y mi padre disputan una partida de ajedrez con el juego, que aún conservo, en el que yo había aprendido a mover las piezas solo unos pocos años antes.

Ignoro el nombre del fotógrafo y creo que esta foto también ha permanecido inédita hasta el día de hoy.

Maximiliam Schell ya ha aparecido en ARTEDREZ al hablar de la película de J. Lee Thompson «Una llamada a las 12» (Return from the Ashes, 1965)


La última fotografía pertenece al rodaje de «Fuga sin fin» (The Last Run. Richard Fleischer, John Huston. Metro Goldwyn Mayer, 1971). Esta fotografía, firmada por Antonio Luengo, y en la que se ve a mi padre jugando contra George C. Scott en presencia de George D., el padre del actor, fue publicada en la revista Time el 22 de marzo de 1971 dentro de un artículo dedicado a glosar la figura de Scott.

Scott también ha salido ya en ARTEDREZ. Jugando en 1970 en el set de Jane Eyre y enfrentándose a Kubrick en «Teléfono rojo: volamos hacia Moscú» (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb) de 1964


lunes, 27 de marzo de 2017

JUEGO DE REYES

.    Embed from Getty Image
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El rey Zog I de Albania observa a su esposa, la reina Geraldine, jugar al ajedrez contra su hijo, el príncipe Leka.  La foto fue tomada por Reg Speller en julio de 1942 en el domicilio londinense de la familia real.

Sin embargo, en el momento de tomar la fotografía, Zog era ya un rey sin corona. En 1939, las tropas fascistas de Benito Mussolini habían invadido Albania y el rey y su familia huyeron inmediatamente, con parte de la reserva nacional de oro, al exilio en el Reino Unido.

viernes, 24 de marzo de 2017

MUJER SOFISTICADA

Fumar, beber, sin pensar en el mañana. Despreocupadamente. 
El brillo de los diamantes. Bailar. Cenar con un hombre en un restaurante


¿Es eso lo que realmente quieres?

«Mujer sofisticada» es un homenaje de la artista taiwanesa Miss Cyndi a la canción de Duke Ellington Sophisticated Lady, cuya letra ilustra. Miss Cindy ha elegido representar mediante un tablero de ajedrez los placeres a los que se ha entregado nuestra sofisticada dama que no le han permitido, sin embargo, olvidar el amor perdido.

Y ahora la canción en la voz de Sarah Vaughan.

miércoles, 22 de marzo de 2017

EL GUARDIAN


The Guardian es un corto de animación realizado en 2015 por Alessandro Novelli. Está basado en la célebre parábola de Franz Kafka «Ante la ley»publicada en 1919 en Un médico rural e incluida en en la novela El Proceso, publicada postumamente en 1925. Aunque el texto es muy conocido, como es muy breve, no me resisto a reproducirlo aquí para que sirva de comparación con la versión animada; que, como podrá comprobar el lector, es una versión libre, aunque respetuosa, del texto.

Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita  que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.
      —Tal vez —dice el centinela— pero no por ahora.
      La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:
      —Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.
      El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene mas esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.

      Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:
 
      —Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.
      Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para si. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.
      —¿Qué quieres saber ahora?-pregunta el guardián-. Eres insaciable.
      —Todos se esfuerzan por llegar a la Ley —dice el hombre—; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?
      El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:
      —Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para tí. Ahora voy a cerrarla.
En un determinado momento, el ajedrez aparece al termino de los viajes que el campesino realiza por el mundo, antes de encontrarse con la puerta y el guardián que la custodia. Un reloj de ajedrez, analógico, de los antiguos, aparece como metáfora del lento transcurrir del tiempo ante la puerta.






Como curiosidad, el tablero aparece mal aparejado, habiendo intercambiado el rey y la dama blancos sus posiciones iniciales.

Conocí el video gracias a la página Cinetic Poems.

FICHA TÉCNICA
THE GUARDIAN (2015)

Animation by:  Alessandro Novelli, Victor Perez and Andrea Gendusa
Illustration and Design by:  Alessandro Novelli, Karolina Pospischil and Andrea Gendusa
3D Animation and Effects by:  Victor Perez – Character Animator, 3D Modeling
Alessandro Novelli – 3D modeling, 3D animation
Gabriele Maiocco – 3D heads modeling and Zbrush artist
Andrea Gendusa – 3D modeling, 3D animation
Voice Over by:  Luis De Velasco
Musicians:  Sasha Agranov
Music Recording and Mixing: Eric Nagel – at BCNSound – BCN
Voice Over recording:  Juan José Rodriguez – at Abuela Records – MX

lunes, 20 de marzo de 2017

EL INFIERNO ES UN LUGAR SOLITARIO

¿de qué sirve un título?
no lo consiguen
los bellos mueren en llamas
píldoras suicidas, veneno para ratas, soga,
cualquier cosa…
se arrancan sus brazos,
se tiran desde las ventanas,
se sacan los ojos de las órbitas,
rechazan el amor
rechazan el odio
rechazan, rechazan.
no lo consiguen
los bellos no pueden resistir,
ellos son las mariposas
ellos son las palomas
ellos sin los gorriones,
no lo consiguen.
una llama alta y repentina
mientras los viejos juegan al ajedrez en la plaza
una llama, una buena llama
mientras los viejos juegan al ajedrez en la plaza
al sol.
los bellos son encontrados al filo de una habitación
hechos un ovillo entre arañas y agujas y silencio
y nunca podemos entender por qué
se fueron, eran tan
bellos.
no lo consiguen,
los bellos mueren jóvenes
y abandonan a los feos a su feas vidas.
adorables y brillantes: vida y suicidio y muerte
mientras los viejos juegan al ajedrez al sol
en la plaza.

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Un anónimo lector, a quien le agradezco igualmente la puntualización, nos informa que la versión original del poema dice:

they dont make it, 
the beautiful die young 
and leave the ugly to their ugly lives. 

lovely and brilliant: life and suicide and death 
as the old men play checkers in the sun 
in the park

Por lo que a lo que realmente estarían jugando los viejos al sol de la plaza sería a las damas.
FICHA TÉCNICA
CHARLES BUKOWSKI
EL INFIERNO ES UN LUGAR SOLITARIO
TXALAPARTA. TAFALLA, 1977
TRADUCCIÓN Y EDICIÓN DE FEDERICO LUDUEÑA


FOTOGRAFÍA DE 2015 DE STEPHEN W BROCK TITULADA «JUGANDO AL AJEDREZ EN EL PARQUE»


viernes, 17 de marzo de 2017

¡CLAVADA!

Cavall. 1967

Poema objeto de Joan Brossa, uno de los poetas vanguardistas más reconocidos del siglo XX español.

¡Una auténtica clavada!

miércoles, 15 de marzo de 2017

MASSIMO CAMPIGLI


Obra de la primera época del pintor italiano Massimo Campigli en la que todavía estaba bajo la influencia del periodo neoclásico de Picasso. Posteriormente, su obra evolucionaría a un estilo más personal en el que la influencia del arte de los antiguos egipcios y etruscos fue determinante. Campigli formó parte de un heterogéneo grupo, conocido como Los italianos de París, en el que participaron en mayor o menor medida y entre otros Giorgio di Chirico, Alberto Savinio y Gino Severini. 

En el cuadro vemos la enésima representación de un cuadro blanco a la izquierda del tablero.

FICHA TÉCNICA
MASSIMO CAMPLIGLI
EL JUEGO DE AJEDREZ (1921)
ÓLEO SOBRE LIENZO. 90 x 60 cm.
COLECCIÓN PARTÍCULAR

lunes, 13 de marzo de 2017

PAOLO PELLEGRIN DENTRO DE UNA PRISIÓN FRANCESA

En noviembre de 2016, el fotógrafo italiano Paolo Pellegrin pasó 5 días en el Centro Penitenciario de Meaux, una cárcel construida en 2001 en las afueras de París. No, no había cometido ningún delito. Simplemente iba a realizar un trabajo sobre la superpoblación de los penales franceses gracias a un permiso especial.

El resultado es Inside a French Prison (Dentro de una prisión francesa), la serie a la que pertenece la fotografía que publicamos hoy. Muestra a varios reclusos en el patio de la penitenciaría el 25 de noviembre de 2016.  Algunos pasean, algunos hacen ejercicio, algunos juegan al ajedrez. 

Nacho Pérez Ortiz me enseñó esta foto. Gracias amigo.


viernes, 10 de marzo de 2017

UN COMBATE

En Agosto, por las tardes, los aficionados parisinos se reúnen en los jardines de Luxenburgo a jugar al ajedrez. Este día hay una partida especial. Juega Jean, un hombre desaliñado de unos setenta años, que es el mejor jugador de todos los que frecuentan el parque, y un joven desconocido, guapo y elegante. Los mirones, que siempre han perdido ante Jean, sienten que el desconocido es un gran jugador y que ese día van a contemplar por fin la derrota del anciano.

La corriente de simpatía hacia el joven desconocido es de tal magnitud que confunden su torpeza en el manejo del juego con una profunda estrategia, ininteligible para ellos, pero que al final desvelará su objetivo y acabará con la resistencia de Jean. Esta sensación se mantiene incluso cuando el joven pierde la dama en un cambio desigual; siguen pensando que es el inicio de una brillante combinación. Pero poco a poco, el juego cauteloso de Jean se va imponiendo y logra la victoria final.

Esto es en esencia el argumento del relato Un combate del escritor alemán Patrick Süskind. La parte final del relato, en la que Jean se queda solo en el parque mientras guarda su juego de ajedrez,  recoge las amargan reflexiones del ganador:


«Mientras tanto, según su costumbre, repasaba mentalmente cada jugada y situación. No había cometido un solo error, por supuesto. Y, no obstante, le parecía que nunca había jugado peor. En realidad, hubiera debido dar mate a su adversario en la  fase inicial. Quien hiciera una jugada tan lastimosa como aquel gambito de dama demostraba ser un ignorante del ajedrez. A estos principiantes Jean solía liquidarlos, con más o menos benevolencia, según el humor, pero con soltura y sin vacilar. Evidentemente, esta vez le había faltado visión para descubrir la debilidad del adversario. ¿O, simplemente, le había faltado valor? ¿No se había atrevido a tratar sin contemplaciones a aquel fantasma, tal como se merecía?»
«No; era algo peor. No había querido imaginar que el adversario fuera tan malo. Y, lo que era todavía más triste, casi hasta el final no había querido creer que él pudiera medirse con el desconocido, cuya autosuficiencia, genialidad y juvenil ímpetu le parecían imposibles de superar. Por eso había jugado con tanta precaución. Y, por si fuera poco, Jean tenía que reconocer que él había admirado al desconocido tanto como los otros y había deseado que el otro le ganara, que le infligiera la sonada derrota que desde hacía años estaba cansado de esperar, que lo derrotara al fin, para verse libre de la carga de ser el campeón y tener que vencer a todo el mundo, para que los detestables mirones, ese hatajo de envidiosos, estuvieran contentos y él pudiera tener tranquilidad...».

«Pero había vuelto a ganar, naturalmente. Y esta victoria era la más amarga de su vida, porque, para evitarla, durante toda la partida había conspirado contra sí mismo, se había rebajado, había rendido armas al fulero más lastimoso del mundo».
«Jean, el matador local, no era dado a elucubraciones morales. Pero, mientras se encaminaba a casa con el tablero debajo del brazo y la caja de las figuras en la mano, una cosa tenía clara: que hoy, en realidad, había sufrido una derrota, y una derrota terrible y definitiva, porque no había posibilidad de revancha y porque ni la mayor de las victorias podía compensarla. Por ello, decidió —pese a que tampoco era hombre de grandes decisiones—, decidió no volver a jugar nunca al ajedrez».


 «En adelante jugaría, como todos los jubilados, a la petanca, que es un juego inofensivo y amigable, con mucha menos carga psicológica».

FICHA TÉCNICA
PATRICK SÜSKIND
UN COMBATE Y OTROS RELATOS
SEIX BARRAL. BARCELONA, 1996.
TRADUCCIÓN DE ANA Mª DE LA FUENTE.

1ª EDICIÓN
DREI GESCHICHTEN UND EINE BETRACHTUNG
DIÓGENES VERLAG AG. ZURICH, 1995

miércoles, 8 de marzo de 2017

EN LAS PLAYAS DE NUEVA ZELANDA


Bañistas jugando al ajedrez en Oriental Bay, una de las playas de Wellington, Nueva Zelanda. Fue tomada por un fotógrafo desconocido que trabajaba para el Evening Post de Wellington el 9 de enero de 1959.


lunes, 6 de marzo de 2017

FEDERICO GARCÍA LORCA

LA MONJA GITANA

A José Moreno Villa

Silencio de cal y mirto. 
Malvas en las hierbas finas. 
La monja borda alhelíes 
sobre una tela pajiza. 
Vuelan en la araña gris, 
siete pájaros del prisma. 
La iglesia gruñe a lo lejos 
como un oso panza arriba. 
¡Qué bien borda! ¡Con qué gracia! 
Sobre la tela pajiza, 
ella quisiera bordar 
flores de su fantasía. 
¡Qué girasol! ¡Qué magnolia 
de lentejuelas y cintas! 
¡Qué azafranes y qué lunas, 
en el mantel de la misa! 
Cinco toronjas se endulzan 
en la cercana cocina. 
Las cinco llagas de Cristo 
cortadas en Almería. 
Por los ojos de la monja 
galopan dos caballistas. 
Un rumor último y sordo 
le despega la camisa, 
y al mirar nubes y montes 
en las yertas lejanías, 
se quiebra su corazón 
de azúcar y yerbaluisa. 
¡Oh!, qué llanura empinada 
con veinte soles arriba. 
¡Qué ríos puestos de pie 
vislumbra su fantasía! 
Pero sigue con sus flores, 
mientras que de pie, en la brisa, 
la luz juega el ajedrez 
alto de la celosía.

FICHA TÉCNICA
FEDERICO GARCÍA LORCA
ROMANCERO GITANO
ESPASA CALPE. MADRID, 1978

viernes, 3 de marzo de 2017

CRUELDAD DEL AJEDREZ

El ajedrez es, como se sabe, un juego cruel. Su mayor crueldad reside en que el rey no tiene amigos. Instalado en estrecho territorio, resignado a movimientos mediocres y determinados por otros, el triste monarca está rodeado sólo de vasallos, cortesanos, máquinas de guerra y adversarios. Y una dama demasiado poderosa. La mayor parte del tiempo el rey se limita a observar cómo van cayendo todos, hasta quedar desguarnecido. Rara vez es artífice de una victoria. La derrota, en cambio, le es imputable siempre. Pobre rey de palo. Cuánto daría por tener alguien con quién tomarse un café, echarse un conversadito y, eventualmente, jugar ajedrez.

La soledad del rey en una miniatura de una edición francesa del siglo XIV del libro de Jacobo de Cessolis Líber de móribus hóminum et de officiis nobílium súper lúdum scacchórum, conocido en español como «El juego del ajedrez o dechado de fortuna».

FICHA TÉCNICA

CARLOS HERRERA
CRUELDAD DEL AJEDREZ
EDICIONES DEL SANTO OFICIO. LIMA, 1999