sábado, 4 de abril de 2009

NICOLÁS GUILLÉN

Es muy conocido el poema que el cubano Nicolás Guillén dedicó al tercer campeón del mundo de ajedrez, su compatriota José Raúl Capablanca. Ese que dice:

Así pues Capablanca
no está en su trono, sino que anda,
camina, ejerce su gobierno
en las calles del mundo.

La verdad es que es raro el sitio donde se relacione el mundo de la cultura con el ajedrez en el que no se cite o se reproduzca. Tampoco falta en las biografías de Capablanca. Pero también es raro que se reproduzca íntegro, quizá porque en el poema se habla también de boxeo y de béisbol.


El poema, incluido en el poemario de 1958 "La paloma de vuelo popular", se titula "Deportes" y son sus versos:

DEPORTES




¿Qué sé yo de boxeo,


yo, que confundo el jab con el upper cut?


Y sin embargo, a veces


sube desde mi infancia


como una nube inmensa desde el fondo de un valle,


sube, me llega Johnson,


el negro montañoso,


el dandy atlético magnético de betún.


Es un aparecido familiar,


melón redondo y cráneo,


sonrisa de abanico de plumas


y la azucena prohibida


que hacía rabiar a Lynch.





O bien, si no, percibo un rayo de la gloria


de Wills y Carpentier; o de la gloria


de Sam Langford... Gloria de cuando ellos


piafaban en sus guantes, relinchaban,


altos los puros cuellos,


húmedo el ojo casto


y la feroz manera


de retozar en un pasto


de soga y de madera.





Mas sobre todo, pienso


en Kid Charol, el gran rey sin corona,


y en Chocolate, el gran rey coronado,


y en Black Bill, con sus nervios de goma.





Yo, que confundo el jab con el upper cut,


canto el cuero, los guantes,


el ring... Busco palabras,


las robo a los cronistas deportivos


y grito entonces: ¡Salud, músculo y sangre,


victoria vuestra y nuestra!


Héroes también, titanes.


Sus peleas


fueron como claros poemas.


¿Pensáis tal vez que yo no puedo decir tanto,


porque confundo el jab con el upper cut?


¿Pensáis que yo exagero?


Junto a los yanquis y el francés,


los míos, mis campeones


de amargos puños y sólidos pies,


son sus iguales, son


como espejos que el tiempo no empaña,


mástiles músculos donde también ondea


nuestra bandera al fúlgido y álgido viento que sopla en la montaña.









¿Qué sé yo de ajedrez?


Nunca moví un alfil, un peón.


Tengo los ojos ciegos


para el álgebra, los caracteres griegos


y ese tablero filosófico


donde cada figura es


una interrogación.


Pero recuerdo a Capablanca, me lo recuerdan.


En los caminos


me asaltan voces como lanzas.


-Tú, que vienes de Cuba, ¿no has visto a Capablanca?


(Yo respondo que Cuba


se hunde en los ríos como un cocodrilo verde.)


-Tú, que vienes de Cuba, ¿cómo era Capablanca?


(Yo respondo que Cuba


vuela en la tarde como una paloma triste.)


-Tú, que vienes de Cuba, ¿no vendrá Capablanca?


(Yo respondo que Cuba


suena en la noche como una guitarra sola.)


-Tú, que vienes de Cuba, ¿dónde está Capablanca?


(Yo respondo que Cuba es una lágrima.)





Pero las voces me vigilan,


me tienden trampas, me rodean


y me acuchillan y desangran;


pero las voces se levantan


como unas duras, finas bardas;


pero las voces se deslizan


como serpientes largas, húmedas;


pero las voces me persiguen


como alas...





Así pues Capablanca


no está en su trono, sino que anda,


camina, ejerce su gobierno


en las calles del mundo.


Bien está que nos lleve


de Noruega a Zanzíbar,


de Cáncer a la nieve.


Va en un caballo blanco,


caracoleando


sobre puentes y ríos,


junto a torres y alfiles,


el sombrero en la mano


(para las damas)


la sonrisa en el aire


(para los caballeros)


y su caballo blanco


sacando chispas puras


del empedrado...





Niño, jugué al béisbol.


Amé a Rubén Darío, es cierto,


con sus violentas rosas


sobre todas las cosas.


Él fue mi rey, mi sol.


Pero allá en lo más alto de mi sueño


un sitio puro y verde guardé siempre


para Méndez, el pitcher -mi otro dueño.





No me miréis con esos ojos.


¿Me permitís que ponga,


junto al metal del héroe


y la palma del mártir,


me permitís que ponga


estos nombres sin pólvora y sin sangre?


FICHA TÉCNICA
NICOLÁS GUILLÉN
LA PALOMA DE VUELO POPULAR
LOSADA. BUENOS AIRES, 2006

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